DO Penedès. Del vínculo entre hombre y tierra.

Cada vez más me doy cuenta de que nuestra opinión en torno a la gastronomía tiende a tener una tremenda componente emocional. Hace un tiempo en una cata de Gin&Tonics un asistente comentaba que la mejor preparación de aquel combinado que había probado nunca, la conoció en uno de esos primeros atardeceres cálidos de mayo, sentado en la terraza de no recordaba que establecimiento, a unos metros de la arena de las playas de Guetaria, mientras escuchaba el romper de las olas del cantábrico y la brisa del mar acariciaba su rostro… Ni siquiera recordaba la ginebra. Obviamente este es Sigue leyendo

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David Baldrich. ¿Casualidades?

Conforme el tiempo transcurre y la perspectiva del tiempo nos permite analizar la trayectoria de aquellos que crean tendencia, nos percatamos de ciertas aparentes casualidades, de ciertos signos y de diferentes anécdotas recurrentes en las diferentes historias.

Caí en la cuenta después de profundizar en la figura de David Baldrich, cerebro  de La Senda. Cuando empiezas a conocer su historia, te percatas de que la suya guarda ciertas similitudes con otras que resuenan en tu cabeza. No son premisas indispensables (al menos no todas ellas) pero en los comienzos de todos los grandes se Sigue leyendo

¿Qué es Noilly Prat?

Noilly Prat es un vermouth excepcional que rompe con el esquema de bodega tradicional que conocemos, ello se debe al hecho de que sacan las barricas del interior de la bodega para alinearlas en un gran recinto expuesto a la intemperie.

Lo componen dos variedades de uva blanca, picpoul y clairette, cultivadas en el departamento de Hérault, en el sudeste del país.

Años de experiencia han Sigue leyendo

Gastronomía molecular

O cuando los cocineros descubrieron que su trabajo es pura química. A continuación sabrán el porqué.

Todo comenzó el 14 de marzo de 1969. El físico húngaro Nicholas Kurti fue invitado a dar una de las clásicas Conferencias de los Viernes por la Tarde en la Royal Institution de Londres, una sociedad que se fundó en 1799 con el fin de “difundir el conocimiento de los experimentos y aplicaciones de la ciencia en los objetos comunes de la vida”. Como no podía fallar a tan elevado motivo, la conferencia del húngaro se tituló “El físico en la cocina”. Grabada por la BBC, una de las frases más citadas de esta memorable charla es: “Es triste que conozcamos mejor la Sigue leyendo

Sope, pozole, jericalla, chilaquiles…melodías gastronómicas

La comida mexicana es pura melodía: sope, quelites, pozole, chilaquiles, salsas en molcajete, quesadillas, cacahuacintle, jitomate, mexiquilitl, chiles, quintoniles, huauhzontles, papaloquelite y jericalla.

También es un galimatías para los extranjeros, que se sorprenden ante el rosario de nombres que Sigue leyendo

¿Qué es el Limoncello?

El licor de limón o Limoncello es una bebida alcohólica que tiene sus orígenes en la tradición campesina de la península de Sorrento en Italia.

El responsable de esta delicia es el limón Sfusato, una variedad autóctona del litoral de Amalfi, que representa más que una simple cultura, pues ha sido, por lo menos los tres últimos siglos, el motor de la agricultura local. Además de ser un elemento integrante del paisaje, ya que el verde y el oro de los jardines son los colores dominantes de la costa, se puede decir que es un elemento de la arquitectura rural. El patrimonio de las variedades locales se debe al trabajo de selección en cientos de años del paciente trabajo de los campesinos de Amalfi; el más conocido es el Sfusato de Amalfi, un fruto oblongo, pesado, con un perfume único, también la Gloria de Amalfi, Limone di Maiori, Ovale di Sorrento, Limone di Procida. El Sfusato de Amalfi tiene orígenes en la época romana. Desde las ruinas de Pompeya, destruida por la erupción del Vesubio en el 79 d.C., precisamente en la Casa del Vergel, son sorprendentemente conservados algunos frescos que representan una planta de limones en la cual los expertos han reconocido los trazos característicos del Sfusato.

El Cytrus Limón destaca por la cáscara, la piel de este maravilloso cítrico nos permite obtener el conocido licor Limoncello. Ciertamente no tiene muchos años de estar presente en las mesas de los restaurantes, pero sí son décadas desde que se prepara, aún en casa, como aperitivo helado, digestivo y en pastelería, sin olvidar que puede acompañar un helado de crema. La cáscara arrugada es el ingrediente esencial de su afortunada producción. Así nace el Limoncello, de una receta sobria, genuina, enriquecida con agua pura, alcohol y cucharadas de azúcar. La preparación es simple pero escrupulosa: si se lleva al pie de la letra, en poco menos de tres meses, el tradicional licor estará listo para ser degustado como aperitivo y digestivo, antes o después de sus comidas.

La historia de este licor es rica en anécdotas pero el origen proviene de una parcela de pocas hectáreas en una de las costas más hermosas del mundo, la amalfitana. En esta población la producción de Limoncello ha sido trasmitida de generación en generación.

En Amalfi, algunos sostienen que el licor tiene orígenes antiquísimos, ligados al cultivo del limón. Todavía, como comúnmente pasa en estas circunstancias, la verdad es nebulosa y las hipótesis son muchas y sugestivas. Otros sostienen que el Limoncello era utilizado, desde la época de los sarracenos, por pescadores y campesinos en la mañana para combatir el frío. La verdad nunca la vamos a conocer, pero lo cierto es que este producto está presente en todo el mundo y conquistando el paladar de los más exigentes.

¿Cómo se puede hacer? Se deben elegir los limones con cáscara gruesa (el clima mediterráneo de esta costa garantiza el crecimiento de la perfumada piel). El primer paso es lavarlos con agua caliente y cepillarlos para limpiarlos de eventuales residuos de insecticidas. Siempre se deben preferir los frutos recolectados directamente de la planta. En una jarra con alcohol, se agrega la ralladura aromática (el alcohol debe ser de alta calidad).

Reservar la jarra en un lugar oscuro y a temperatura ambiente, de esta manera continuará la maceración de la cáscara y la infusión tomará lentamente el aroma y el color amarillo.

Después, pasado un mes de reposo, la preparación prosigue, agregando una jarrita de agua y azúcar, llevado previamente a ebullición y más alcohol. La jarra cubierta se reserva nuevamente por otro mes. Pasado este tiempo, se filtra el licor y se pasa a botellas, retirando las cáscaras. Las botellas pueden ser puestas en un lugar frío. El resultado es un gusto único y aroma que da vida a este licor, sin agregar conservadores y colorantes, debe ser natural, porque la primera alquimia la recibió de la naturaleza.

 

 

 

Fuente: Antonello Cerutti
Fotos: Autor

Marinar el pescado. Superabundacia de protones

Químicamente hablando, un ácido es una sustancia que libera con facilidad protones, el núcleo del átomo más ligero y abundante del universo, el hidrógeno (Pequeña nota previa: como todos recordaremos de nuestros tiempos de escuela, el átomo está compuesto por un núcleo -que posee carga positiva- y una nube de electrones -con carga negativa- orbitando alrededor. Y el núcleo, a su vez, se compone de otras dos partículas más pequeñas, los protones, que son los que llevan la carga positiva, y los neutrones, que no tienen carga y actúan como pegamento para que los protones no se repelan y se vayan cada uno a vivir su vida. Y nota para los puristas: ya sé que esta visión del interior atómico, como Sigue leyendo

Las bondades de la margarina

Cuando en la década de 1950 se descubrió una correlación entre dietas que incluían grasas saturadas y problemas cardiovasculares, la margarina saltó definitivamente a nuestra dieta. Había que acabar con las fuentes de grasas saturadas y la mantequilla es una de ellas. Así que un alimento que surgió en el siglo XIX en Francia como sucedáneo para los pobres que no podían adquirir la añorada mantequilla, se convirtió en el producto estrella de la campaña antigrasa.

Se dio la vuelta a la tortilla y lo que era un producto de baja calidad se convirtió en todo lo contrario gracias a las grasas poliinsaturadas de los aceites vegetales. Claro que, como todos sabemos, estos aceites son líquidos a temperatura ambiente: basta con mirar que son botellas y no barras lo que encontramos si buscamos aceite de oliva, de girasol o de colza. Para convertirla en “untable” hay que hidrogenarla usando pequeñas partículas de óxido de zinc como catalizador. Si sumamos una serie de procesos o aditamentos para hacerla parecer más a mantequilla -que es realmente lo que nos gusta-, por ejemplo el uso de blanqueadores para hacer desaparecer su poco apetecible color gris, tenemos un producto que hasta la década de los 90 se recomendó como saludable por las instituciones médicas de referencia mundial, y médicos y nutricionistas cantaron a coro las bondades de esta ”mantequilla falsificada”.

Sin embargo el proceso produce las llamadas grasas hidrogenadas trans, que son tóxicas para el organismo aunque nuestro cuerpo no las reconoce como tales y, por tanto, no se eliminan. Su presencia eleva los niveles del “colesterol malo” en el organismo, los triglicéridos, favorece la inflamación, la formación de coágulos e incluso disfunción del sistema inmune y esterilidad. Vamos, que muy saludables no son. Y lo peor es que estas posibles consecuencias ya se intuían a mediados del siglo XX.

En la década de los 90, 40 años más tarde de su aparición y después de 30 años de que las instituciones médicas y sanitarias recomendaran a la población este producto, empezaron a salir al mercado margarinas con muy bajos contenidos en grasas trans. ¿Lo peor? Que nadie ha pedido responsabilidades a quienes cantaron alabanzas de la margarina.

Texto: M.A. Sabadell
Fotos: Autor

Olor de vendimia

A lo que huele Septiembre y octubre: Vendimia.

Una época de ritual para el que tiene viña, él o su padre, madre, o abuelos. También, para aquellos que han vivido y vuelto a sus orígenes, en aquellos pueblos casi olvidados donde por suerte, había y sigue habiendo viña, a pesar de las políticas de arranque y olvido pasadas… no creo que el abandono sea la solución. Otra opción ha sido la reestructuración, variedades mejorantes, emparrado… entiendo que hay que hacer la viña-explotación rentable, pero donde se ponga una airén, cencibel-tempranillo, garnacha, verdejo, bobal, monastrell, macabeo-viura, moscatel… decenarias y alguna que supera la centena de años, que se quite una petit verdot, cabernet sauvignon, chardonnay de uno o dos quinquenios en el mejor de los casos. “Pezqueviñas no… por favor, déjalas envejecer”. No dudo del potencial de estas variedades cuando vayan cogiendo edad. Ya se hacen buenos vinos, pero sin duda, mejorarán, aunque no se nos puede olvidar que en otros mercados se nos conoce por las autóctonas.

Mi suerte, haber nacido en un pueblo eminentemente vitícola y seguir viviendo en otro cercano donde una de las primordiales fuentes ingreso es la uva, la vid, el campo, la viña… amigos “viñeros” –como decimos por aquí- o vinateros (los que se dedican a la elaboración). Da igual en proceso en el que participan, el caso es que sonríen cuando te ven subidos en su tractor, con el remolque, grande o más grande (nada que ver con los remolques poco mayores que una caja de cerillas tirados por una mula) cargado de uva en dirección a la cooperativa, grupo o bodega de turno. Amigos o familia para los que veinte días de intenso trabajo aportan el dinero del próximo año, y el buen hacer del año anterior… todo el ciclo vegetativo de la vid es importante, desde la poda, pasando por el “escardille”, tratamientos, nubes de azufre, cambio de “gomas” para los que tienen suerte de tener viña de “reguerío”, todo ello para culminar con la vendimia. Todo o gran parte del pueblo, gana con las grandes cosechas y se empobrece con las malas.

Qué decir de los enólogos… esos días ni les hables. Se juegan su prestigio o trabajo además del pan de cientos de viticultores. Por supuesto, el honor y la buena gestión de los rectores (cuando hablamos de cooperativas). Si hablamos de bodegas particulares, la cosa no cambia. A mejor marca, mayor precio del vino, mayor exigencia para el enólogo y su equipo. Da igual sea Vega Sicilia o la Cooperativa del Cristo de la Salud.

El precio final, fama del vino o resultado en cata, puede ser mejor o peor, granel, garrafa o botella, da igual, hay mercado para todos, lo que es innegable es el esfuerzo, sudor y dedicación del viticultor a su explotación. Si el vino se pagase de acuerdo al esfuerzo del cultivo, seguramente habría menos diferencia en el precio de venta-compra. Bien sé lo que digo y mejor aún lo saben los que tienen las manos curtidas de trabajar la viña.

La lástima es que no haya más jóvenes que continúen con la tradición del cultivo, tal vez la crisis está haciendo que se vuelva a la viña como único recurso. Otros menos jóvenes como Lorenzo, “moscas” para los muy amigos, o Pepe, Antonio, Jesus… da igual el nombre. Unos conocidos y otros de vista… todos ellos trabajan por lo mismo. Al final todos curamos el alma con los vinos que son el proceso de fermentación de los mostos, que vinieron de estrujar la uva que unos cuantos vendimiaron de la viña de “x”, da igual su nombre, las horas y esfuerzos dedicados son los mismos.

El olor en esta fecha es el mismo… mosto fresco y uva, ¿Cómo no? El humo de los tractores camino de la bodega, a fermentación y sulfuroso, la masa del pan, el horno del pueblo que duplica su producción y abre incluso los domingos… hablo de tahonas, de pan de pueblo y no de baguette pre-cocida y congelada de gasolinera. De tortas de mosto que meriendan los vendimiadores, de arrope que se tira toda la tarde cociendo en el perol granate heredado de la abuela, el de toda la vida.

Los que han tenido ocasión, seguro que recordarán el olor del aceite para el muelle de las tijeras de vendimiar que se mezcla con el mosto reseco y algo de tierra (que cosa tan sencilla y cuanto se marca), el olor a hierro, a forja… cuando iba de pequeño a la fragua de “Fernando el herrero” donde te cruzabas con los “caporales” preparando o reparando aperos o enganches del tractor y/o remolques. ¿Cómo no?, afilando las tijeras de vendimiar. Ahora parece que fueran casi de usar y tirar.

También, en esta fecha, a pimiento rojo asado, base del conocido “asadillo”, bien en los hornos que aprovechan el calor de cocer el pan, bien en las propias casas, en el horno o en la cazuela horno “ROS”. A tortilla española para el día siguiente, a pisto, a mojete de tomate moruno, a migas de gañan en la viña, y a migas ruleras con chocolate o uvas para la cena (como las de madre, bien sabe Dios que ningunas), a gachas manchegas con tocino y chorizo de Rualco o Práxedes el día de lluvia, a patatas con bacalao comprada en los -Ultramarinos de Agustinillo el casillero-, un día normal para el “rancho de vendimia”. ¿Cómo no?, unas aceitunillas manzanilla sabor anchoa bien servidas, un trozo de escabeche de rueda, unas sardinas “salás” o unas galletas hojaldradas a granel… si al pagar te sobran dos pesetas, unos caramelos “pictolines” de vuelta. Lástima que de éstos ultramarinos solo quede el nombre y los pictolines. El resto es tabaco, hoy es un estanco.

Todo ha cambiado, ya no se guisa en el corte (se pierde mucho tiempo), se acabó el llegar a la viña en el remolque sentado sobre una manta con la que te tapas para evitar el frio vespertino… Llegas con el culo y la espalda machacada de los botes del remolque, y de ahí a vendimiar. Ahora se llega en Opel o Renault, los más privilegiados en Range Rover cinco minutos antes. Las 8 horas de rigor más la siesta a cubierto y vuelta a casa de día. Sólo falta llamar a Telepizza para que lleve 7 familiares de pepperoni a la cuadrilla de “perniles” en el paraje de “La Pertusa”.

Lo que no ha cambiado es el olor a tierra mojada, el olor del rocío… para los de ciudad, que piensen que eso del olor del rocío solo es un anuncio de compresas, les invito a visitar la viña a las 07:30h… el olor a pelo mojado del perro del “caporal” cuando se te acerca a primera hora del día en vendimia, a tierra mojada el día después de la tormenta que ha supuesto un día de asueto (ideal para reponerse de las agujetas los primeros días). A sudor al final del día antes de la ducha o cuando vas al súper y coincides con los vendimiadores que recién llegados del tajo tienen que comprar el «ato» para el día siguiente. Ese olor característico del mosto y la tierra que impregnan las ropas. Cómo no… el olor a churros con chocolate los domingos. Lo cortés no quita lo valiente y los domingos, fiestas son aunque toque vendimiar. Todo es especial, el desayuno, la comida y los pasteles de la merienda, de José Andrés (DEP), Cobo o Pozuelo… Que se note que es fiesta aunque lleves desde las 8 con la cabeza por debajo del culo echando racimos a un cubo, caja o espuerta. Ahora hemos avanzado y hay remonte en el tractor. El cubero ya no tiene que hacer brazos y hombros para lanzar la uva a lo alto del remolque y por suerte, está desapareciendo el mal hábito de pisar la uva antes de llevarla a la cooperativa.

La sensación de los pies que se pegan cuando pisas el rastro de mosto que deja el tractor a su paso… los remolques que quedaban aparcados mientras el tractorista cenaba o merendaba en casa y aprovechaba el tiempo que otros perdían haciendo cola para descargar la uva a las 12 de la noche. Esos remolques suministraban algún que otro racimo de uva a los vecinos y a los que jugábamos en la calle y grano para la boca se mezclaba con los que nos tirábamos jugando al apedreo en la plaza.

Olor a FUTURO, porque la uva de hoy es el pan del resto del año para muchas familias. Hasta los que no hemos vivido directamente de la vid, sabemos la importancia de una buena cosecha. Se llama al tío Ramón Argudo (DEP) para cambiar las ventanas, cristales o persianas, si no hay calefacción o reformar el baño, suena el teléfono para pedir presupuesto… o Llaman a Calcillas o el Curro, pintores para dar un “repaso” a la casa y los más afortunados, al concesionario de la marca favorita para cambiar el coche o un tractor con más caballos. Todo ello se pagaba “a toca teja”, nada de financiación bancaria. Si había “cuartos” se hacía y si no, a ahorrar.

Por supuesto huele a feria, a fiestas patronales en muchos de los pueblos de la geografía española…Septiembre me gusta porque en este lado del globo, huele a vendimia y lo que ello supone. Rendir tributo a los santos, patrones y patronas a los que se les pide o agradece una buena vendimia sin complicaciones y a ser posible, que la uva se pague cara.

Desde hace poco, también huele a coche de inspector de la Seguridad Social acompañado de patrulla de la Guardia Civil. La vendimia ya no es una fiesta familiar como hace años, ahora todos cotizan. Qué decir de los inmigrantes… no pueden pasar por familiares, así que éstos, con más razón, a cotizar y si no tienen papeles a correr el riesgo y por supuesto, a esconderse y pedir que no pase nada por el bien de unos y de otros.

Tampoco se me olvida el olor a mercromina, yodo y alcohol del botiquín. ¿Quién no se ha llevado un tajo con la navaja o la tijera de vendimiar?. Ah, se me olvidaba: el olor a réflex para los riñones… y esas friegas con alcohol de romero que daba mamá… la ducha recién llegado a casa y la relajación que te entra. No apetece más que cena y cama.

En la mancha más céntrica, olor a melón piel de sapo pasado o sandía abierta que te han regalado llegando a la viña. Olor a goma de los guantes, a polvos de talco para los que se escuecen, a caucho de los cubos y espuertas nuevas, a chuletillas de cordero asadas con sarmientos cuando se acaba la vendimia y al tizne de la cara, al cubata que te tomas con la cuadrilla una vez terminada, al rollete del que se le presenta la ocasión con una foránea, a billetes que se cobran nada más terminada la vendimia y la fiesta que te pegas … en definitiva, huele a vida, a almas, a personas y todo lo bueno y malo que éstas traen.

La vendimia lleva miles de años en nuestra cultura, tantos como vino ha regado los gaznates y llenado estómagos de personajes humanos y divinos. El olor siempre es el mismo, solo cambian las circunstancias y las personas. Hablamos de 2011 ¿ha cambiado mucho del olor de la vendimia de 1975?… Lo que no se es que pasará en veinte años, ya que cada vez más, la viña está emparrada y la vendimia se hace mecánica.

Estos olores, recuerdos y vivencias forman parte de la cata, del moderno “enoturismo”, antes simplemente, vecinos familiares o amigos que cuando llegaban al pueblo se les enseñaba lo que había, la bodega, la iglesia y la plaza. El Wine UP Tour que organizo y promuevo me permite llevar estas vivencias y recuerdos a ciudades donde no hay viña y todo lo relativo al vino suena bien y apetecible, es lo que yo he llamado: “enoturismo inverso”, llevar lo mejor de la viña y la bodega a la ciudad.

Joaquín Parra es director de Wine Up Consulting®, una de las pocas empresas de España especializadas en el sector comercial y marketing de vino. Es profesor de catas, crítico de vinos y creador del curso “Gestión y Comercialización del Vino Español”. Es mantenedor y creador de la Página web http://www.ecatas.com, primer panel de cata de vino online, http://www.vinoticias.es y http://www.bodegassingulares.com. Autor del Manual de Cata: ¿ES BUENO ESTE VINO? Con prólogo del influyente sumiller americano Charlie Arturaola y publicado por ediciones Mundi- Prensa.

Es pionero en hablar del “enoturismo inverso” y crear una nueva alternativa al enoturismo tradicional, en este caso, se trata de transmitir los valores de las bodegas a los asistentes a las catas y que éstos programen la visita en sus próximas salidas. Actualmente está prestando un servicio innovador y pionero de Auditoria comercial vitivinícola y Auditoría para establecimientos de Enoturismo, además de crear y dirigir el proyecto “Bodegas Singulares & Vinos de Autor®” con el  que viajará por ciudades españolas promocionando la cultura del vino con productos de calidad.

Ambar O,O para celiacos. Novedad mundial

Ambar completa la gama de cervezas apta para celíacos con el lanzamiento mundial de la primera cerveza 0,0% de alcohol sin gluten, que garantiza un contenido inferior a 6 partes por millón. Ambar Green 0,0 Apta para Celíacos se convierte en la única alternativa sin alcohol para los celíacos que no quieren renunciar a tomar una cerveza en determinadas ocasiones. Se culmina así un proceso de investigación iniciado en 2005, en colaboración con la Asociación de Celíacos de Aragón (ACA), que dió lugar, ya en 2008, al lanzamiento de Ambar Especial Apta para Celíacos. Este producto, analizado por el Centro Nacional de Tecnología Alimentaria, estará a disposición de los consumidores a partir de esta semana en superficies comerciales del grupo El Corte Inglés y en establecimientos hosteleros.

 Para Antonio Fumanal, Maestro Cervecero, supone “seguir siendo fieles al objetivo de innovar en el sector cervecero pensando en las personas, con un proceso productivo diferenciado y con el reto de hacer una auténtica 0,0 que sepa a cerveza“.

 Una de cada 100 personas es celíaca, por lo que potencialmente el número de celíacos puede ser elevado. El censo total se desconoce, al diagnosticarse sólo un pequeño porcentaje de los enfermos. Según Marta Teruel, Gerente de la Federación de Asociaciones de Celíacos de España (FACE), “en España 30.000 familias están asociadas a la Federación, y dentro de ellas hay muchas que tienen varios miembros celíacos“. La gerente ha indicado que “es necesario que las industrias apoyen la normalización de los celíacos“. Así mismo afirma que “un producto como la cerveza sin alcohol presentada hoy les acerca un poquito más a la realidad“. Por su parte Carmen Tricas, Presidenta de la Asociación de Celíacos de Aragón (ACA), ha indicado que en Aragón son 1.800 las familias celíacas. Además ha recordado “el éxito que Ambar apta para celíacos está teniendo a nivel nacional, llegando a muchas personas“, y pronosticando el mismo resultado para Ambar Green 0,0 apta para celíacos.

Las personas con celiaquía están obligadas a seguir una dieta en la que se evite la ingesta de cereales, como el trigo o la cebada. Su sensibilidad al gluten presente en estos cereales limita el acceso a algunos alimentos tradicionales en la dieta.

Pan, pasta o cerveza deben modificar sus recetas tradicionales para ser tolerados. La dieta sin gluten se convierte así en el único tratamiento de la enfermedad de por vida.

El formato elegido para el lanzamiento de Ambar Green 0,0 Apta para Celíacos ha sido la botella de 33 cl. Y en relación al precio de venta, Enrique Torguet, Director de Marketing y Comunicación de Grupo La Zaragozana ha manifestado que “mantendrá el mismo precio que Ambar Green 0,0“.

 Este ejercicio de responsabilidad ya se dió en el año 2008, cuando la cervecera lanzó al mercado su cerveza Ambar apta para celíacos.

 Tanto en el collarín como en la contra se puede apreciar la identificación con el símbolo “Apto para celíacos“. Además, cada producción etiquetada será analizada por el Centro Nacional de Tecnología Alimentaria para detectar las trazas de gluten, garantizando que todas ellas presentan menos de 6 ppm de gluten activo.

Fuente: Con Mucha Gula