Para maltear la cebada que dará lugar al whisky, esta debe ponerse en remojo y secarse después. Gracias a este proceso, luego será más fácil extraer los azúcares para el proceso de maceración. Este proceso es similar en todas las destilerías, aunque difiere un poco para crear un whisky ahumado.
En el caso de los whiskies ahumados, la cebada se seca con el calor y el humo de un fuego de turba. La turba es una mezcla de vegetación, animales y musgo, que con el paso de los años se ha ido compactando en capas. Como una especie de barro muy compacto. Anteriormente (y en algunas islas todavía) se utilizaba en Escocia para calentar las casas.
Hoy en día es la base para la creación de diversos whiskies ahumados. El humo de la turba produce elementos químicos llamados fenoles, que la cebada malteada absorbe en el proceso de secado. Según el tiempo que se expone el grano al humo, la cantidad de humo y el tipo de turba utilizada, cambiará el nivel de fenoles.
Normalmente, la malta húmeda se seca durante unas 30 horas (en ocasiones más). En el caso de Laphroaig, se seca durante 15 horas con humo de turba y luego 19 horas con aire caliente.
Cuando se acaba el proceso de secado, se mide la cantidad de fenoles (o de “ahumado) de la malta. Para hacerlo, se utilizan PPM (partes de fenol por millón). Cada destilería suele tener siempre el mismo nivel de PPM para su malta, que después también se medirá en el espirituoso final.
Durante el proceso de destilación siempre se pierden fenoles, por lo que en el whisky final encontraremos una tercera parte de los PPM iniciales. La mayoría de los whiskies tienen siempre un ligerísimo toque ahumado, entre 1 y 5 PPM, prácticamente indetectable. Cuanto más ahumado es un whisky, más fácil es detectar los niveles de fenoles.
Para que os hagáis una idea, estas son las cantidades de algunos whiskies ahumados:
The Ardmore – entre 12 y 14 PPM
Benromach – 12 PPM
Talisker – entre 18 y 22 PPM
Bowmore – 25 PPM
Lagavulin – entre 35 y 40 PPM
Ardbeg – 55 PPM
Laphroaig – entre 40 y 60 PPM
No existe una manera “correcta” de disfrutar de un whisky ahumado. Hay quién lo prefiere sólo, otros le añaden agua y algunos incluso hacen increíbles cócteles.
Como con cualquier whisky, debes tomarlo como más te guste. Pero si no has probado un whisky ahumado nunca, mejor no empieces con un Bruichladdich Octomore 6.3 (sólo para valientes, ¡258 PPM!).
En mi caso, mi primer whisky ahumado fue el irlandés Connemara. Un whisky perfecto para iniciarse, ya que la triple destilación irlandesa suaviza el toque de humo. The Ardmore es también una buena opción para principiantes.
Si ya sabes si te gustan los whiskies ahumados (y la respuesta es afirmativa) podemos avanzar más. Aquí ya entramos en el tipo de matices que te gusta encontrar en cada whisky. Si te gustan los toques a jerez, apuesta por un Bowmore, un buen equilibrio entre turba y jerez. Si prefieres toques un punto más dulzones, acércate a Ardbeg.
Fuente: Todo Whisky