Un grupo de cocineros británicos han desatado un tremendo escándalo a partir de la original presentación de unos simples esparragos. Han deconstruido el espárrago, y tras someterlo a diferentes técnicas de procesado han obtenido unos polvos similares a la cocaína. No contentos con ello, han decidido ofrecerlos a los selectos comensales de su restaurante en forma de rayas, cuidadosamente preparadas sobre espejos rectangulares, para ser esnifadas con un rulo que imita a un billete enrrollado.
Las voces críticas no se han hecho esperar, aduciendo que se está dando una pátina de glamour al consumo de drogas (como si el cine no llevara haciendo eso mismo durante décadas).
Lo más gracioso del asunto es la coincidencia con el precio: 60 euros el gramo.
Dejando a un lado la propuesta, sin ninguna duda, buscando el escandalo y, a partir de ahí, la publicidad, Michael Collins, director de la innovadora y vanguardista Bubble Food, garantiza una experiencia sensorial inolvidable.
Bubble Food es una empresa dedicada al catering usando las técnicas más novedosas de procesado de alimentos unidas a una presentación en servicio muy cuidada. Su lista de clientes habituales es de lo más selecta.
Muy buena la entrada. Curioso no hay duda de que lo es. Marketing del directo. Del que hace tanto ruido que sale en todos los medios, hasta en los que se escapan del circuito gastrónomico. Seguro que logran su objetivo. En breves días, puede que lo veamos hasta en los Telediarios de todas las cadenas (últimamente se hacen eco de las noticias más vanas, de los tweets o youtubes más difundidos, etc. como si fuesen espacios de mero entretenimiento y, así, llenan tiempos y nos distraen de la Crisis, de lo importante, de las carencias sociales, …). Sin duda, han sido listos los de Bubble Food. Incluyendo con la elección del precio.
Sobre el contenido, coincido en que es de alabar su interés por innovar en presentaciones, investigar nuevas técnicas, proporcionar nuevas sensaciones: crear, en definitiva, pero yo … ¡creo que prefiero tomármelos con tenedor o, incluso aún mejor, con los dedos!. No creo que la sensación al esnifarlos sea superior a la que me provoca rescatar un hatillo de trigueros mini de la brasa, en un día de campo, con bastante sal y su propio jugo rezumando!. Me da algo de grima imaginarme reflejada en ese cristal. Pero… no sé, por otra parte: ¡todo hay que probarlo!. Hay que mantener la mente abierta, flexible. Probar novedades. Al menos una vez.
Si tienes un poco de tiempo entra en la página de Bubble Food. Realmente es espectacular el tratamiento que dan a la palabra catering: diseño, tendencia, calidad, originalidad…
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Que van a levantar polémica, no que va!!!!!!!!! jajajaja