Cuanto vale un pizco

¿Merece la pena pagar 1.000 veces más por algo que a priori sirve para lo mismo?
Eso es algo que puede pasarnos por ejemplo con diferentes productos de los actualmente ubicados en la categoría gourmet.
Uno de ellos es el químicamente denominado ClNa o  Cloruro Sódico, vamos la sal.

Hemos pasado del tradicional paquete de kilo de sal, ahora por unos quince céntimos de euro, céntimo arriba o abajo, que se empleaba para todo. A poder encontrar en las estanterías de los diferentes establecimientos de productos delicatesen con casi un tipo de sal para cada una de las especialidades culinarias que seamos capaces de imaginar y con precios que de comprar 1.000 gramos podrían superar los 150 euros. Posiblemente rebuscando incluso es muy probable que las haya mucho  más caras, sobre todo desde que se ha inventando esa frivolidad del oro comestible.
No pretendo cansaros con una amplia exposición de las sales que cualquiera de nosotros puede llegar a encontrar buscando, con mayor o menor acierto en la red.

Simplemente os voy a dar a conocer las que tengo a mi alcance en casa para consumo diario.
Prácticamente todas son de comercialización normal y deberían poder encontrarse sin tener que rebuscar mucho, eso sí en colmados (bonita palabra para designar un tipo de comercio que tiende a desaparecer) especializados.

No puedo señalar sólo a una como la favorita, porque las uso para diferentes platos como ensaladas, verduras, carnes, pescados o queso fresco, entre otros. Un ejemplo de ese otros podría ser el chocolate con sal maldon que se puede comprar en algunas confiterías.

Entre las que más placeres otorgan, principalmente con pescados, están dos con algas: Algues de Bretagne (sel fin de mer aux 3 algues) y una sal gruesa con algas, sin más especificaciones en el envase, de un fabricante francés de mermeladas (muchas de ellas una auténtica delicia para el paladar y de las que se podría hablar largo y tendido), Yves Troadec asentado en la población tarraconense de L’Aleixar.  Para pescados también es interesante la Sal Rosa del Himalaya.

Una auténtica delicia, sobre todo para carnes que es donde la empleo, es la india Sal Negra Kala Namak, un polvo, porque no alcanza la categoría  de grano, que una vez cogido el pizco para salar al gusto obliga a chuparse los dedos sin saturar para nada el gusto.

El último descubrimiento, es la más cara y pongo el precio no por esnobismo sino por ser la última adquirida y tener constancia fehaciente de él (11,99€ los 100 gramos) ya que del resto ni lo recuerdo, es italiana La Rosa del Gusti (sal 99% gris de Guerande y 0,1 % de Tuber Aestivum liofilizada que correspondería a un 5% aproximado de trufa fresca). Para carnes, pescados, huevos fritos o queso fresco o para lo que se quiera. Simplemente espectacular.

Para la tradicional tosta de foie a la plancha la Fleur de Sel Le Guerandais es única,  aunque también resalta muchísimo la carne de vacuno.

Proa Sal tiene unas escamas de sal marina realmente espectacúlares cuyos prismas se disfrutan muchísimo más si ni siquiera se rompen. Junto a ella está la sobradamente conocida sal maldon y su hermana “ahumada” para carnes, o la Halen Mon del mar de Gales. Todas ellas primas hermanas.

Sal Costa tiene una mezcla con hierbas mediterráneas (tomillo, albahaca, romero y orégano) junto a la de hierbas silvestres (que también contiene pimientas roja, negra y verde y mostaza además de hierbas) que para ensaladas son fantásticas.

Es probable que para algunos sean pocas y todavía falten varias, y otros seguirán con la de toda la vida, las que usaron nuestros abuelos y bisabuelos. De todas formas y aunque enriquecen cualquier plato siempre debe ser en su justa medida, sobre todo cuando vamos a estar acompañados porque la comida o el guiso deben estar jautos, porque si está apuntados igual hay que tirarlos.

Artículo de J. L. Sorolla

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