Reflexiones para compartir.
Estos días he tenido la oportunidad de probar líquidos que no están al alcance de mucha gente, y menos ahora cuando los bolsillos de media España están con poco más que monedas de céntimo a fin de mes. Hablo de precios que muchos querrían de sueldo, y me han hecho preguntarme si esos vinos, destilados y hasta refrescos valen lo que cuestan, y cómo saber qué precio se ajusta a lo que ofrecen o es parte de una bien tejida estrategia de marketing. Estoy hablando de Teso La Monja, Hennessy Paradis Imperial y Tónica Markham.
Justo hace un momento estaba hablando por chat con una amiga acerca de un vino que probamos juntas. Me decía: “Está bueno, pero, a mi juicio (escaso), ¡no vale lo que cuesta!”. El vino en cuestión sobrepasa los 100 euros en una tienda, y es probable que los 200 en un restaurante.
Un…
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