Suena raro hablar de esfericidad cuando lo que se califica es la gastronomía pero enseguida me entenderan.
Si al acto de comer le añadimos otros alicientes como sería, por ejemplo, hacerlo en un museo a los pies de la osamenta de un Tyrannosaurus Rex, o en un enclave natural paradisiaco escuchando un cuarteto de cuerda está claro que la comida es, o puede ser, algo más. Es seguro que recordaremos esta comida como la que se desarrolló en tal o cual sitio aunque también es muy probable que no recordemos con exactitud que se comió, a pesar de que coincidamos en que todo era reseñable y estaba buenísimo. Esto es lo que yo llamo gastronomía esférica. Cuando la situación unida a la comida se comvierte en un elemento mayor que la suma de las partes.
Nuestro colaborador y amigo César Dine nos enlaza a un video de unos colegas suyos. Es un colectivo de chefs americanos bajo el nombre «Un navaja, un cuchillo brillante» que elevan a rangos insospechados esta idea de esfericidad. Trabajan desde el año 2007 buscando lo que denominan la «experiencia gastronómica» en donde todo suma y nada se deja al azar.
Se preguntaran cuanto cuesta asistir a una de estas experiencias, está claro que depende de la exclusividad pero el rango de precios ha estado entre los 100$ y los 1500$.
Como muestra de su buen hacer vean el siguiente video.
¿Se imaginan mis conciudadanos zaragozanos este despliegue en nuestro recien inaugurado tranvia?
Todo se andará…